martes, 23 de agosto de 2011

Un sentimiento que se ha agotado


-Siente un cosquilleo en el estomago. Unas manos que le cojen de la cintura. Una pequeña brisa que acaricia su cuello haciendo que su cuerpo entero se estremezca. La carne de gallina, las manos resbaladizas y una constante voz en su cabeza que le dice que no lo esta haciendo bien.

Los ojos cerrados y una cara que no demuestra otra cosa que angustia y desesperación. Por mucho que ella intenta resistirse cae una y otra vez en la tentación.
¿Cómo puede decirle al hombre que le ha dado todo su amor que ya no siente lo mismo que hace años? ¿Cómo explicarle que ya no le quiere volver a ver, que se ha convertido en un extraño para ella? No puede, no quiere hacerle daño. Y por no lastimar un corazón se deja querer como la primera vez, sin admitir, que en realidad algo del amor descontrolado que sintió por él queda en su corazón. Algo de aquel sentimiento irrefrenable queda entre las numerosas capas de un corazón cansado y que ha empezado a marchitarse.
Él ha notado la frialdad de sus gestos, de sus miradas, de sus besos. En su cabeza, otra voz le dice que la esta perdiendo y que debe de hacer algo para que la pasión vuelva a surgir entre los dos. Debe de hacer algo para que aparezca en su boca esa sonrisa insinuante que tanto le gustaba, que aparezaca en sus ojos ese brillo que la hacía especial. ¿Cómo demostrarle que el amor que le prometió años atrás no ha hecho otra cosa que crecer? ¿Cómo decirle que todos los momentos pasados junto a ella se han quedado gravados en su piel de tal manera que se han hecho unas marcar imborrables? Él desesperado, también hace hasta lo imposible porque ella vuelva a sentir lo mismo que antes. Pero eso, como él ya sabe, es inalcanzable. Algo que solo podrá ocurrir en sus sueños.

Ella se vuelve lentamente, abre los ojos y con lágrimas en ellos le dice que lo siente, que no puede seguir así. "No quiero hacerte daño, pero tampoco puedo seguir fingiendo" dice con la voz entrecortada y alejandose poco a poco. El apresurado le coge delicadamente de las muñecas y le ruega que no se vaya, que le de una última oportunidad para enseñarle todo lo que siente y sentirá por ella. "Quedate, aunque sea solo esta noche y dejame que te muestre mi amor" insiste el una y otra vez. "No puedo, no puedo" y diciendo eso, ella se libra de sus muñecas y sale corriendo hacia donde nadie sabe dejando tras su sombra a un hombre derrotado. Un hombre al que solo le queda un pequeño bote de perfume para recordar a la que fue la mujer de su vida.

Vanessa