viernes, 13 de julio de 2012

Un billete de avión, destino París.

Quiero volver a sentir tus dedos caminando por mi espalda, tu aliento susurrándome al oído, mis manos enredadas en tu cabello, tus labios bajando por mi cuello y el sabor de tu piel al morderte la mejilla. Me gustaría volver a ver tus ojos brillantes llamándome mientras me proponen nuevos juegos realmente tentadores. 


Terminar de saborear esa botella de champán que dejamos a medias y retomar aquella partida de cartas en la que tan poco nos jugábamos. Abrazarnos hasta quedarnos dormidos después de habernos sentidos fogosa y apasionadamente el uno al otro, despertar con un pequeño mordisco en la oreja que haga que se me erize el vello de la nuca, haciéndome recordar minuciosamente todos los detalles de la noche anterior. Entre risas y bromas llamarte fiera del anochecer, enfadarte tontamente y que me regañes con un ataque de cosquillas que acaban en un beso largo colgada de tu cuello. 


Montar nuestro propio campo de batalla en la cama y obligarte a quedarte para siempre en el. Y tú responderme con un siempre, susurrando al terminar un te quiero que me haga bajar las últimas defensas que me quedaban vivas. Pasear de nuevo bajo la Torre Effiel y mudarnos a un pequeño estudio en París, como prometiste. Quiero todo eso, pero lo único que me queda es la frase de tú despedida "siempre nos quedará París" tú sonrisa burlona que me gusta tanto y un billete de avión, destino París, que en pocos meses hará que nos cobremos otra campaña naval entre las sábanas de tu cama.