jueves, 24 de enero de 2013

Crónica de un diario al descubierto.

Es imposible saber cuanto de verdad, o de mentira, hay en mis relatos. Cuantos sentimientos son personales o personalmente inventados. Lo que es seguro es que parte de mi queda plasmada aquí, a vista del mundo exterior. 
Muestro mis puntos débiles, mis puntos fuertes. La pequeña caja de secretos que soy la descubro aquí, solamente hace falta saber buscar y qué buscar para encontrar la verdad. 
A mis enemigos, mi debilidad.
A mis amigos, mi cariño.
A mi familia, mi sinceridad.
A ti... a ti te dejo leer todo. 
Quién sabe, puede que esto sea otro producto de mi imaginación, puede que sea una carta personal, puede incluso ser una hoja de mi diario personal. Puede también que me esté quedando con la poca gente que me lee y a la que estoy tan agradecida. Esas visitas que hacéis son las que muchas veces me llevan a pensar que, después de todo, hay una minoría que sigue mis pensamientos, que comparte mis sentimientos.
Ideas sueltas, bocetos de mi vida, sueños imposibles, deseos inalcanzables. 
Hay tantas puertas en este largo pasillo que esto puede ser cualquier cosa. 

jueves, 17 de enero de 2013

28.

Hay veces que pienso así. En algunos momentos de debilidad pienso en llamarte, en hablarte pero el miedo a ser pesada, a molestarte, me frena. Sería bonito experimentar esa sensación en el estomago otra vez, esas cosquillas que te inquietan, que te ponen a alerta, que tanto gustan. Hay veces que pienso que lo único que necesito es un empujoncito, una flecha como las que disparan en el vídeo para poder mostrar lo que tengo dentro. Para no perderte. 
Sinceramente, tengo miedo. Este pequeño músculo que tengo como corazón está cansado de contraerse por el dolor, está cansado de los daños colaterales de la ilusión. 
Mar de ideas que hay en mi mente y que nublan mi razón. Sueños y deseos que lamen mis ojos todas las noches esperando para hacerse realidad. Batalla naval que se lucha dentro de mi haciéndome enloquecer sin saber qué hacer. 
En el fondo de mi cabeza hay un duendecillo que me dice que no me preocupe, que el destino sólo se está riendo un poco más de mi, que tarde o temprano nuestros corazones latirán al unísono marcando un ritmo que será envidiado por los demás.
Tarde o temprano nos escaparemos un fin de semana, que siempre recordaremos y arderá en nuestro interior. 
Besos, mordiscos, caricias, guiños.
Sólo para ti, sólo para mi. En una intimidad rosa y roja llena de muchos de los pecados capitales. Hazme olvidar mi temor, haz que me olvide de mi misma; haz que los cuerpos sean sólo un vehículo para tocar las estrellas, para quemarnos con las llamas, para calmarnos en el mar. Déjame saboreárte delicadamente, degústame poco a poco. Alarguemos el momento haciéndolo eterno y burlemos al amanecer. Burlemos al fuego del sol, que nos tendrá recelo y envidia porque el nuestro es mucho mayor. Burlemos al mundo, que crean que somos una estrella del brillo que emanemos. 





martes, 8 de enero de 2013

Muérdeme los labios, recuerda mi sabor.

Noche demasiado oscura para pensar en otra cosa que no sean sus ojos, sus labios, las chispas que saltan con el roce de su mano a mi cintura.  Noche demasiado fría para no acordarme del calor de su cuerpo, del ardor de sus besos, de la quemazón de mi pecho. Noche demasiado silenciosa para no rememorar sus susurros en mi oído, su voz grave y aterciopelada, mis suspiros al ver su sonrisa. Noche que termina pronto y que abre paso a un nuevo día. 
Amanecer de fuego ardiente sofocado en deseo constante, que late sobre mi piel. Deseo de verte, de tenerte junto a mi, de encadenarte aquí para que jamás vuelvas a marchar. Deseo de olvidar el pasado, de no prestar atención al futuro, de ni siquiera preocuparse por el presente. Deseo de estar juntos, de encajar como dos grandes piezas de un rompecabezas. Mis deseos, mis anhelos, mis noches favoritas, pero ¿y tú? ¿Tú guardas el recuerdo como yo? 

Le pido al cielo que así sea, que rememores nuestras noches cuando estés solo, que eches de menos mis caricias cuando tumbado en tu cama pienses en mi, que oigas mi risa en cada esquina de tu cuarto. Que duremos tanto como nuestras sombras nos permitan. Que pase el tiempo, y aunque ya no estemos unidos, nos acordemos el uno del otro. Ser ese amor del que tanto habla la gente, ese del que nadie puede escapar y del que todos los días se acuerdan.

Encontrarnos años después, compartir una copa y reír de todas aquellas niñerías que vivimos como adultos. Salir por la puerta del bar y que una última vez huelas mi perfume fresco, veas mis delicados pasos y tal vez, beses mis inolvidables labios. 

Puede que nos dejemos llevar y que después nos sintamos culpables por nuestras correspondientes familias, pero que le vamos a hacer, el uno para el otro somos irresistibles y ante la fuerza del deseo y de la pasión poca responsabilidad puede ponerse por delante. Quizás, después, cada uno vuelva a tirar por su camino, pero puedo asegurarte que nunca llegarás a olvidarme, que siempre estaré a flor en tus recuerdos, que pasará el tiempo y seguirás notando mis dedos caminar por tu espalda. Pero también puedo asegurarte que a mi me pasará lo mismo, jamás alcanzaré olvidarte. Siendo sinceros, no quiero. Eres y serás una parte de mi, tan ardiente y pasional, que nunca podré apagar ese fuego que me envuelve; eres y serás tan importante en mi corazón que sí te sacara se resquebrajaría. 
Recuerda, somos piezas de un puzzle demasiado grande como para que nosotros podamos ponerle fin.


sábado, 5 de enero de 2013

6 de Enero del 2013.


Noche de ilusión, de magia y de incertidumbre. Cohetes de colores que iluminan nuestro cielo oscuro, vigilado por las eternas estrellas. Risas y nervios de cientos de niños que desean, sobre todas las cosas, que la noche no tarde en pasar y que pronto sea la mañana de reyes para bajar atropelladamente las escaleras y dirigirse sin vacilación alguna al hueco de debajo del árbol, impacientes por ver lo que los Reyes han dejado, impacientes por ver que sueños se han hecho realidad.

Mágica mañana para niños y también para mayores. Mayores que vuelven a su infancia más querida, a los juguetes que han esperado con más ansia, a los papeles de regalos que inundaban el comedor sin dejar ver el suelo, a la ilusión que los llenaba de arriba a abajo todas y cada una de las Navidades vividas. Ilusión que permanece con el paso del tiempo. Sonrisas que no se desvanecen y que iluminan el día. Ojos brillantes y expectantes a todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Oídos, de pequeños, demasiado afinados que creen oír lo que todos realmente alguna vez hemos querido ver. Un sentimiento de falta en el pecho por las personas que ya han dejado esta tierra, un brindis callado prometiendo que pronto volverán a estar juntos. Abrazos intensos de familiares que hacía tiempo que no se veían. Días mágicos que culminan con una fecha bonita y especial, por lo menos para mi.

viernes, 4 de enero de 2013

26.

Una amiga me dijo una vez que la perfección del momento una cámara no la podía captar, creo que es verdad. Jamás ha existido una cámara que haya captado el afecto, el sentimiento de un momento. Nos obsesionamos en querer retener todo lo que nos rodea mediante fotos, no nos basta con que nuestra retina lo retenga. 
Supongo que es una forma de recordar tiempos pasados, de guardar las fotos en un álbum y que al abrirlo te rodee una nube de sentimientos, emociones y lugares remotos que una vez en tu vida tuviste el privilegio de ver. Que una vez en tu vida tuviste el privilegio de soñar rodeado de lugares increíbles y de historias que ignoras, que no sabiendo cómo ni por qué te hicieron sentir aquello que envolvía a sus protagonistas.
Y es en estos días en los que sacamos esos álbumes y se nos llena la memoria de recuerdos estremecedores que nos ponen el vello de la nuca de punta. Un trozo de cartón lleno de fotos, rodeado de personas que sueltan risotadas, lágrimas y por qué no, besos. 
Es verdad, amiga mía, una cámara no puede captar la perfección del momento pero si nos puede recordar ese tiempo pasado que tanto añoramos y que en más de una ocasión hemos querido revivir.