miércoles, 14 de mayo de 2014

"Lo que me ocurrió contigo fue, que después del punto, se me olvidó apartarte."

He perdido la cuenta de las veces que te he dicho: 

Te quiero,
Quédate,
Cuídame.

He perdido la cabeza, y la razón la he guardado en el cajón de la cocina.

He perdido mi ropa y no tengo intención de buscarla por tu cuarto. No sé, puede que se encuentre bajo las sábanas, como nosotros. 

Yo, que he sido la inspiración de Morfeo, prefiero ser café para inundarme en tu mirada. Y nadar en ella como sirena en aguas mansas.

Rozarte lento como la sal al acantilado.

Besarte con los ojos para saciarme de ti.

Me ataste tan fuerte a tus caderas que ahora la libertad me resulta hasta incómoda. La marca de mis muñecas no me duele, si me las haces tú.

El fuego de mi pelo hace juego con el de tu mirada y mi pintura por la almohada habla más que los suspiros que se enredan entre nuestros labios.

Pasarme la mañana entera leyendo. O leyéndote, hasta aprenderme de memoria todos y cada uno de tus versos, que transformaré en besos para hacer con ellos un collar y enredártelos al cuello. Así no podrás escapar de mí tan fácilmente y yo te ataré a mis brazos, para que dejen de dolerme las ganas y las ansias. Aunque no te puedo prometer que deje de dolerme el corazón, que siga necesitando una transfusión mensual para limpiarme de tu sangre o algún que otro pico de heroína que resucite la adrenalina que tengo dormida en las venas.

Sobredosis de colores, y yo con los ojos enrojecidos buscando un color limpio para terminar de matarlos. De matarme. De obligarte a que lo hagas.

O de hacerlo los dos.

Sé que terminaremos escapando, no somos lo suficientemente valientes para quedarnos aquí y dejar que nos machaquen. Pero no es mala opción esa de huir, si es juntos y a un lugar donde podamos empezar de cero, como el ave Fénix resurgiendo de sus cenizas requemadas.

Y allí, le robaré horas a la noche para hacer el amanecer más largo y el destello naranja de tus ojos más intenso. Le replicaré a las estrellas y me dejaré las palabras por hacerles entrar en razón, para que entiendan de una vez que contra tus lunares no pueden luchar. Que hasta el horizonte tiene celos de tu espalda.


Mira, he gastado ya todos los verbos describiéndote y he decido quedarme a vivir en tu cuerpo, que me han dicho que ahí nunca me va a faltar el calor y las ganas de más.