La chica de las mil caras y los
reflejos rotos está cansada de mirarse en la cara oculta de la luna. La chica
de las mil caras tiene las pasiones frías y los pies calientes de correr en la
dirección desastre, de cabeza al huracán de tus ojos.
La chica de las mil caras y las
mil huellas labiales, que le han desgastado la piel a base de cicatrices
encontradas. La chica de las mil caras sufre de infartos emocionales y cólicos
mentales.
La chica de las mil caras se mece
en una esquina, con ojos de niña y antojos de puta; supura recuerdos por cada
vértebra, recuerda caricias en blanco y negro y jura ante un cigarro que mañana
deja el humo.
Ha escrito una pancarta donde
grita que está en huelga, abstemia de polvos estelares y mentes lo
suficientemente inteligentes como para regalarle una corona. No quiere ser
reina, quiere ser asesina: matar las ganas y las penas.
Sale todas las noches hasta que
se le hace pronto y termina en una cama que ni de lejos le ofrece todo el calor
que necesita. Repite la estrategia, le gana a la locura. Carrera sin meta, ni
salida.
Experta en la mentira, deshace su
vestido. Debajo, lencería cara que no tapa sus complejos.